Es verdad: este es el tercer cómic de Dibbuks del que hablo en apenas un mes, entre colaboraciones y álbumes propios que tenía pendientes... Pero es que el catálogo de la editorial viene muy bien nutrido de un tiempo para acá, ofreciéndonos cosas tan curiosas como Consejo Real; una divertida parodia sobre los políticos y esas cosas de los que mandan, que traslada la acción a los tiempos medievales en el ficticio reino de Brekemburgo. Josep Busquet y Roc Espinet han preparado un tebeo que destapa sin disimulos las maquinaciones y enredos de una pandilla de corruptos totalmente carentes de escrúpulos que, por azares del destino, se hacen cargo del gobierno del lugar.
Una trama que ante todo busca arrancar nuestra sonrisa (aunque a veces sea de cierta resignación por lo que tiene de verídica), fácilmente extrapolable al escenario de la crisis de confianza hacia las instituciones públicas y sus líderes en la que andamos inmersos.
Ya se puede leer en La Espada en la Tinta mi reseña sobre esta historieta que protagoniza un atajo de botarates no muy diferente del que lleva las riendas de nuestro país, o de una gran mayoría de quienes dicen velar teóricamente por todos los ciudadanos. Y, como ejemplo, tengo el gusto de presentaros a Johan:
Además, en este enlace disponéis de un avance de diez páginas de Consejo Real.
Que el cómic es un medio de expresión tan válido como cualquier otro para reflejar coyunturas sociales y problemas de actualidad, desde la óptica de las viñetas, no hay duda. Si se le añade que atravesamos un gravísimo bache socioeconómico, donde la limitación de derechos civiles y el hostigamiento persistente de los poderes supone un caldo de cultivo —hartos como estamos de tanto atropello— para toda manifestación de rebeldía ciudadana, incluido desde una perspectiva artística, no es de extrañar que en los últimos años hayan surgido obras que testimonien estas penosas circunstancias. Así, además de las habituales tiras gráficas y gags en periódicos y en las conocidas revistas que ironizan sobre los titulares que son noticia, últimamente hemos podido ver y leer unos cuantos tebeos españoles que son una clara muestra de lo dicho anteriormente.
Entre los más recientes se encuentran, por ejemplo, el ácido estudio llevado a cabo por Aleix Saló sobre la actuación de las clases dirigentes durante esta interminable recesión (Españistán, Simiocracia), o acerca de los efectos de la misma sobre la gente de la calle en el novedoso "Crisis (de ansiedad)" de Juanjo Sáez y de la respuesta colectiva para hallar una salida, con Manel Fontdevila en su "No os indignéis tanto". En un ámbito que participa de ideas comunes, pero desde una apariencia ciertamente más amable y desenfadada, Josep Busquet y Roc Espinet dan paso a su Consejo Real; un divertido cómic en el que salen a relucir todos los trapos sucios imaginables de nuestros políticos y cuyos protagonistas son una parodia en clave de hipérbole (¿o no tanto..?) de éstos.
Yo diría que Consejo Real no pretende (al menos de una forma tan abierta como en los títulos citados) cargar las tintas con nombres y apellidos hacia quienes nos gobiernan, o tal vez no busca hacerlo asumiéndolo como una lucha declarada, sino queriendo aportar la visión cómica de una situación a la que realmente no es fácil sacarle chiste. Pero en lo que desde luego no se corta es recurriendo a unos personajes que simbolizan el arquetipo, real como la vida misma, de aquellos que dicen representar nuestros intereses, sean del signo y color que sean. Este, desde mi punto de vista, es uno de los mejores métodos para combatir el cinismo y devolverles el desprecio, dejando en evidencia su deplorable conducta, por desgracia de la mayoría de la clase política, a través de un merecido escarnio humorístico.
De ahí que la historieta de 85 páginas que nos presenta Dibbuks no pierda un ápice como sátira corrosiva de primer orden y goce de rabiosa validez, sólo que para ello utiliza una sociedad en forma de distopía medieval que no difiere mucho de la nuestra en determinados aspectos. En esta primera entrega bajo el epígrafe de 'Paz e impuestos', los autores introducen la situación de partida de la que podría llegar a convertirse en serie regular si hay aceptación por parte de los lectores (apoyo con el que, por mi parte —ya lo adelanto—, cuentan). Veamos:
Durante una de las frecuentes correrías nocturnas junto a su guardia personal, el rey de Brekemburgo sufre un desafortunado incidente y muere de forma un tanto absurda. Sus hombres, en parte por cubrirse las espaldas y al mismo tiempo tratando de sacar tajada de la adversidad, deciden espontáneamente erigirse en el Consejo Real y tomar el control del reino. El problema es que Johan, Alastor, Zeke, Lazarus y Otto no son precisamente un dechado de virtudes, sino el perfecto exponente de la peor calaña del feudo. Para sostener su coartada y mantenerse al mando, acusan a un país vecino del asesinato del monarca y no sienten el menor tapujo en declararle la guerra para hacer y deshacer según sus caprichos y ambiciones personales. Pero las mieles del poder son tentadoras, así que tendrán que recurrir a todo un arsenal de trucos y rastreras artimañas para alargar el conflicto y permanecer en su cómodo status recién adquirido.
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(o de lo contrario Otto os partirá las piernas xD)